De todos los juicios que entablamos en la vida, uno de los más importantes es el que nos hacemos a nosotros mismos.
Tenemos la grandeza de ser conscientes de nuestro "yo", pero a veces, eso mismo acaba por convertirse en una carga.
Nos cuestionamos, evaluamos y probamos de una manera imposible para otras especies. Nos preguntamos ¿quiénes somos?, ¿qué queremos?, ¿qué proposito tenemos en la vida?, ¿son nuestras conductas acordes a ese propósito?, ¿estamos contentos o descontentos de ser quienes somos?... y así un sin fín de preguntas más. Tarde o temprano acabamos por formularnos este tipo de cuestiones y rara es la vez que no utilicemos nuestras capacidades para huir de ellas. A pesar de todo, esas preguntas siempre van a estar ahi, firmes y decididas esperando una respuesta.
Independientemente a que demos respuestas o no, la relación con nosotros mismos y con los demás es clara y permanente. La forma en la que nos relacionamos con nosotros mismos afecta a la manera en la que nos relacionamos con el mundo que nos rodea, y todo ese universo visible e invisible que constituye nuestro contexto esencial. De esa misma manera, el modo de relacionarnos con lo externo afecta a su vez a la relación que establecemos con nosotros mismos. Al fin y al cabo, comenzamos en el "nosotros" (el sí -mismo) y concluimos en "nosotros" también.
La autoestima es un concepto inherente a una sensación de eficacia y a un sentido de mérito y dignidad. Es una especie de suma integrada de confianza en sí mismo y respeto de sí mismo. Es como una evaluación de nuestra mente, conciencia y persona. No se trata de una evaluación de determinados éxitos o fracasos, ni de conocimientos ni habilidades. Hay ocasiones en las que una persona puede sentirse seguro de sí mismo en una determinada circunstancia pero sentirse inseguro de sus capacidades en situaciones específicas. Hay personas que se desenvuelven muy bien en el trato social pero que se sienten inseguros y dubitativos en su interior. Hay incluso quien puede ser amado por muchas personas y sin embargo no ser querido ni admirado por sí mismo.
Sentirse competente para vivir significa tener confianza en el funcionamiento de la propia mente y tener una actitud afirmativa y merecedora de la vida. Por otra parte, tener una baja autoestima significa no sentirse "apropiado", inadecuado para responder a los desafíos y alegrías del día a día.
La tendencia general es la de juzgarnos por criterios superficiales como los éxitos o fracasos en determinadas tareas, en nuestra capacidad de recibir amor o admiración, dinero etc. y esto, ya significa tener un problema con la autoestima.
Si nos sentimos dignos de ser amados y merecedores de respeto, trataremos bien a los demás y esperaremos a su vez como es lógico, que nos traten bien. Si nos sentimos indignos de amor y de respeto, cuando llegue el desprecio lo soportaremos y creeremos que es nuestro destino, lo sufriremos y no se hará nada para cambiarlo. La baja autoestima tiende a generar depresión y ansiedad, y de esta manera, lo único que se sitúa por delante es cuanto menos, una existencia con un sabor muy poco dulce.
Una buena autoestima, aunque no garantice la felicidad en sí misma, si que se encuentra ligada a la capacidad de disfrutar de la vida y de encontrar fuentes de satisfacción en la misma.
"El peor de los males que le puede suceder al hombre es que llegue a pensar mal de sí mismo" (Goethe)
Comentarios
Ya me irás contando tu experiencia. Además tus conocimientos de farmacia te van a servir muchísimo en psicología ya que la psicofarmacología es un tema muy importante en este ambito. Un abrazo. :)