En general, atribuimos la personalidad como algo estrictamente humano. Hasta su propio nombre lo indica: “personalidad”, que proviene de “persona”. Ese algo que distingue y caracteriza a una persona de otra. La pregunta es si ¿solamente el ser humano tiene ese “algo” particular que nos diferencia y nos hace individuos “únicos”? o... ¿se puede encontrar en otras especies?
A pesar de esto, la etimología de persona de la que deriva personalidad, no está demasiado clara. Algunos afirman que proviene del griego “prosopón” (máscara), del etrusco “persum” (cabeza o cara), del griego “peri soma” (alrededor del cuerpo) o del latín “per se una” (unidad completa por sí misma). Básicamente, la personalidad sería el resultado de los aspectos psicológicos (intelectuales, afectivos, cognitivos…) y biológicos (fisiológicos, hereditarios y morfológicos) + ambientales o culturales.
Algunos científicos creen que son las especies las que portan determinadas personalidades, “ese modo particular y distintivo de comportarse”, pero no los individuos en sí, y que esta característica de personalidad de la especie es “inmodificable”. Es como si todas las cebras estuviesen destinadas a comportarse de esa manera tan temerosa desde que nacen hasta que mueren y nunca podrán expresar el coraje de un león.
Así lo dejó claro un estudio en el 2007 publicado en la revista Nature en el que se estudiaron 60 especies animales, desde hormigas hasta primates, concluyendo que todos mostraban rasgos de personalidad, siendo capaces de mostrar un comportamiento distinto según la situación, ya sea en las interacciones agresivas o en el cuidado parental. Debido a este estudio, la evolución de la personalidad hoy también se entiende como un juego de compensaciones vitales. Aquellas especies animales que tienen “mucho que perder” y que “invierten bastante en su futuro” han desarrollado un comportamiento que trata de evitar riesgos, como los enfrentamientos con los grandes depredadores. Por el contrario, las despreocupadas por su futuro son más propensas a ser osadas y agresivas.
Puede que lo característicamente humano es nuestra mayor flexibilidad en el patrón de comportamientos, expresado en nuestros rasgos de personalidad y los cambios que ésta puede experimentar a lo largo de toda una vida. Esto nos otorgaría mayores ventajas en el proceso de la selección natural (ya que en todo parece buscarse una ventaja evolutiva). Quizá aquí resida la gran diferencia con los animales.
Comentarios
Un beso!
Incluso en la moda podemos encontrar y aplicar la psicología.
Si tienes la oportunidad, no lo dudes! Un abrazo!