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FORMACIÓN Y SERVICIO. El papel del psicólogo clínico en el proceso de recuperación

El profesional debe comprometerse
con el tratamiento más adecuado
y que mejor responda a
 la patología del paciente.

Imagen: soikha

 Es importante que el paciente
conozca las razones o causas de su comportamiento, síntomas y circunstancias.


La Psicología Clínica engloba una serie de factores por los que el profesional y demandante de ayuda han de pasar. El análisis de la situación y circunstancias, la evaluación, el diagnóstico, el tratamiento y el seguimiento de los resultados obtenidos son puntos clave en el proceso clínico.

Cuando el profesional carece de conocimientos o herramientas, es muy probable que el diagnostico realizado carezca de una base sólida en cuanto al acierto o no del posible trastorno. De ahí la importancia de la entrevista clínica, a través de la cual se hace un repaso a los distintos ámbitos de la persona con el objetivo de identificar las partes a trabajar, aquellas que nos informan de algún tipo de patología o aquellas que sugieren ser el origen de otras problemáticas.

El paciente suele acudir a consulta con una demanda explicita, si bien, no en todos los casos, la demanda queda tan clara. Un paciente puede referir malestar, o quizás diferentes síntomas sin que quede del todo claro el posible diagnóstico. Frente a estas dificultades, es el psicólogo quien debe emprender las acciones necesarias para evaluar al paciente, con el fin de conocer las causas incapacitantes o la patología en sí.

Es evidente que cuanta más formación posea el profesional, más ventajas podrá tener el paciente en cuanto al análisis, diagnóstico y tratamiento. El paciente, al verbalizar sus síntomas o situaciones vitales, ya ofrece pistas al psicólogo por las cuales ha de indagar. A través de las herramientas de evaluación, cuestionarios o diferentes pruebas, se obtiene una certificación o corroboración de aquello que a simple vista se sospechaba y que con los resultados obtenidos quedan confirmados.

La importancia de realizar un correcto diagnóstico es una de las claves esenciales para poner en marcha el tratamiento que mejor se adapte a las necesidades de la persona y que responda principalmente ante los síntomas o patología existente. 

El profesional ha de estar también capacitado en cuanto a la devolución de información. ¿Cómo sabe el paciente que tiene lo que tiene? ¿Cómo enfrenta el paciente la fase de recuperación y afrontamiento de aquello que le perjudica o impide tener una vida “sana”?

El psicólogo se sitúa siempre en una posición jerárquicamente mayor que la del paciente. El psicólogo conoce la patología y sus consecuencias antes que el propio paciente. Es decir, si una persona que acude a consulta padece un trastorno Límite de la Personalidad, el psicólogo, sin conocer a penas aspectos de la vida del paciente, ya tiene la capacidad de predecir cuales serán sus comportamientos, quejas y circunstancias, y no se verá sorprendido cuando el paciente le comente sus intentos autolíticos, sus sentimientos de vacío o aprecie su constante inestabilidad emocional.

Devolución de información al paciente

La manera en la que el psicólogo sea capaz de devolver la información al paciente será también muy importante en todo el proceso de recuperación. En ocasiones, ya sea por la falta de formación o profesionalidad del propio psicólogo, el paciente vuelve a casa sin ningún tipo de explicación a aquello que le sucede, a pesar de existir un diagnóstico en la cabeza del profesional.  Volviendo al ejemplo anterior del paciente que padece Trastorno Límite de la Personalidad, es probable que el psicólogo no crea conveniente comunicar una “etiqueta” a la persona, sin embargo, para que la mejora tenga lugar, es importante que el propio paciente conozca las razones o causas de su comportamiento, síntomas y circunstancias.

Por tanto, la devolución de información es un paso clave en el proceso psicológico. Dependiendo de la profesionalidad o “mano izquierda” del psicólogo, podrá otorgar una etiquetación de por vida al paciente, o por el contrario comunicarle de una manera humana y comprensible aquello que está sucediendo, con el fin de hacer consciente a la persona y poder modificar así todos los aspectos necesarios de la patología vigente.

El psicólogo clínico debe comprometerse con el tratamiento más adecuado y que mejor responda a la patología del paciente. Cuando en el tratamiento no se observa mejora alguna, el profesional ha de tener la capacidad de analizar que está ocurriendo para que la mejora no tenga lugar, e incluso deberá plantearse su acierto en el diagnóstico para volver a realizar otra posible evaluación que englobe aspectos no recogidos con anterioridad. De ahí la importancia de hacer una correcta evaluación y exploración psicopatológica previa al diagnóstico.

Cuanta más formación especializada posea el psicólogo, mejor podrá responder las demandas de los pacientes y percibirá mejor y más rápidamente aquello que pueda estar sucediendo. Sin embargo, la profesionalidad de un psicólogo no se basa únicamente en su formación, la cual, evidentemente es la base de su trabajo, sino en sus capacidades para atender y responsabilizarse de la mejora de otra persona. Es por ello que, a la hora de hablar de psicología clínica, además de formación, especialización y experiencia, no debe olvidarse de las capacidades de comunicación, empáticas, morales y éticas del propio psicólogo.

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