Todo cambio puede producir un crecimiento interior.Imagen: id charlz |
Toda
derrota enseña algo nuevo y ofrece una nueva visión de la vida. El
cambio, aunque aparentemente negativo, permite la transformación.
¿Por
qué entonces tanto se le teme?
Todo fluye. El cambio es un aspecto inevitable de
nuestras vidas. El desarrollo surge a partir del mismo. Evolución, movimiento,
transformación y cambio.
En muchas ocasiones, las personas viven los cambios como
si fueran amenazas. La reacción frente al cambio suele ser defensiva y muestra
la gran inseguridad interna que subyace. Pero la vida es una elección
permanente, y cada opción supone un cambio. Toda elección supone una
pérdida y ganancia de algo. Las respuestas que se van ofreciendo al conjunto de
circunstancias que toca vivir y los cambios constantes que van emergiendo
conforman un desarrollo y evolución evidente y necesaria en cada persona.
A veces se observa a aquellos que arriesgan y apuestan
por una vida distinta como "locos", arriesgados o diferentes. Y
sin embargo esa fuerza y valentía es la que mueve y provoca sus cambios,
creando y aceptando todo lo que venga, a través o bajo un sentido, el mismo
sentido que permite superar los miedos y enfrenta las tempestades internas y
externas de cada uno.
El cambio, aunque aparentemente negativo, permite la
transformación. Toda derrota enseña algo nuevo y ofrece una nueva visión de la
vida, vista ahora con nuevos ojos. Sea como sea, el cambio produce un
crecimiento interior siempre y cuando nuestra actitud ante esas mismas
circunstancias sean las propicias para acoger lo bueno y lo malo que acompañan.
En palabras de Viktor
Frankl, el famoso psiquiatra y psicoterapeuta austriaco y fundador de la logoterapia:
"Lo que de verdad necesitamos es un cambio radical
en nuestra actitud hacia la vida. Tenemos que aprender por nosotros
mismos y, después, enseñar a los desesperados que en realidad no importa que no
esperemos nada de la vida, sino que la vida espera algo de nosotros. Tenemos
que dejar de hacernos preguntas sobre el significado de la vida y, en vez de
ello, pensar en nosotros como seres a quienes la vida les inquiera continua e
incesantemente. Nuestra contestación tiene que estar hecha no de palabras ni
tampoco de meditacion, sino de una conducta y actuación rectas. En última
instancia, vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta
correcta a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida
asigna continuamente a cada individuo".
Cada persona responde de una forma distinta
a los cambios, y frente a los mismos, existe la posibilidad de resistirlos o
atacarlos, aceptarlos desde el victimismo y el sufrimiento, o aceptarlos desde
una visión positiva, otorgándoles un nuevo sentido y permitiendo el desarrollo
personal.
Sería beneficioso tener presente que la
elección a tomar ante cualquier circunstancia es algo que se puede escoger. Analizar
los miedos y preocupaciones, reconocer las habilidades y fortalezas propias, facilitarán
la superación de obstáculos y su aceptación positiva.
La manera
de enfrentar el cambio se encuentra bastante relacionado con la autoestima
personal. Cuando una persona se siente segura y capaz, enfrenta el cambio como si
de un reto se tratara. El cambio, aunque negativo a simple vista, otorga una motivación
para superar o utilizar a su favor cada circunstancia. Cuando una persona se
siente incapaz o se considera poco valiosa, cualquier cambio supondrá
sentimientos y emociones cercanas al miedo, preocupación, enfado o disgusto.
Pero no sólo la autoestima condiciona a la hora de hacer frente a los cambios. La educación recibida, los aprendizajes forjados en la infancia y ciertas situaciones dolorosas ya experimentadas, pueden delimitar una actitud poco beneficiosa para uno mismo. Modificar las ideas y creencias falsas que provocan una manera equivocada de pensar será también uno de los primeros pasos para enfrentar y superar con menos miedo y más esperanza cualquier nueva situación que provoque incertidmbre o sufrimiento.
A
modo de ejemplo, existe una idea errónea de valoración en función de lo que
conseguimos, hacemos o tenemos. Para algunas personas, el fracaso supone una
disminución de valía personal, lo que dificulta el verdadero desarrollo y la
actitud positiva en los momentos de cambio.
“No sobrevive el más fuerte de la especie, ni
el más inteligente, sino el que mejor reacciona ante el cambio”.
Algo
evidente es que la falta de control y la incertidumbre provocan angustia y
preocupación, pero una actitud
motivadora junto con la capacidad de otorgar sentido a todo cambio, crearán una
perspectiva esperanzadora y provechosa de todo lo bueno que pueda obtenerse en
cualquier situación.
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