activando los circuitos cerebrales asociados a la emoción.
Conectar con la emoción implica sentir.
Implica, en ocasiones, “dejar de observar” para SER directamente esa emoción, y vivirla por completo durante unos momentos. Después, se irá esfumando y nos devolverá a una realidad más sosegada.
Quien realmente haya conectado con su emoción en alguna ocasión, sabrá a lo que me refiero. Es inevitable que no lo hayamos hecho en numerosas ocasiones. Por lo general, esta manera tan fuerte de conectar con la emoción suele darse en condiciones especificas que así lo faciliten.
No siempre nos dejamos invadir por la emoción. A nivel social, parece no estar bien visto esta conexión emocional, que digamos, invade por unos momentos nuestro control bio-corporal. Aguantamos, tapamos lo que comenzamos a sentir, y si es irrefrenable, haremos lo posible por callar esas sensaciones.
No pasa lo mismo, por suerte, en los casos de alegría. Esta emoción nos gusta vivirla y aquí si solemos ser más permisivos con la expresión de la misma.
No es menester, por tanto, discutir la realidad de la minimización de las emociones en el día a día. Lo curioso es que en numerosas ocasiones, la energía de esta emoción queda enquistada. Quedará guardada en nuestro cuerpo o bien nuestro inconsciente la tendrá recluida durante el tiempo que considere necesario. Después, tarde o temprano aflorará de una manera u otra, ya sea bajo el disfraz de síntomas, dolores crónicos o conductas repetitivas. Da igual, desafortunadamente muchas personas nunca llegarán a relacionar lo que les pasa con una emoción enquistada.
Y sin embargo, la psicoterapia y el trabajo de crecimiento personal, consisten muchas veces en esto. Ser conscientes, conocer lo que siento y conocer lo que un día sentí ante una situación X. Hacernos cargo de ello, expresarlo y generar una percepción nueva y sanadora.
Lo cierto es que cuando trabajas en tí mismo, resultan sorprendentes los cambios físicos y mentales que vas experimentando. Cuando te encuentras en este proceso, tu propio ser, tu inconsciente (llámalo como quieras) sabe lo que te puede mostrar en ese momento y lo que aun debe esperar.
Sueños que permiten la expresión emocional.
También existen ocasiones en las que no tienes que hacer ningún esfuerzo o trabajo para liberarte o expresar autėnticamente una emoción.
Yo personalmente, sueño mucho. Realmente no sueño más que el resto de personas, sino que por una razón u otra, recuerdo cada mañana muchísimos aspectos de todos los sueños mantenidos durante la noche. Tampoco es casualidad, desde siempre me ha gustado trabajar mis sueños, y como resultado acorde, el recuerdo de los mismos se hace más sencillo y habitual. Últimamente, comienzo a observar la capacidad de expresión emocional que puede otorgarnos el sueño. A modo de ejemplo, hoy he soñado con mi querido tío. (Mi tío abuelo ya no está desde hace tres años más o menos). De repente le veía llegar. “Hola tío! Que alegría!" En ese momento, el sueño comienza a ser lúcido, es decir, se perfectamente que estoy soñando. Y es justo en ese instante cuando mi cuerpo conecta con una emoción bastante profunda.
Es difícil de describir. En ese momento lloro en sueños y lloro “despierta” al mismo tiempo. Tanto tiempo después estoy sacando lo que queda de emoción por la muerte de mi tío, o quien sabe, puede que mi inconsciente sólo mostrara imágenes que facilitaran esa expresión emocional. Y es una tristeza pura y muy profunda, que no hace más que salir y salir. La sensación es de “eternidad” en lo que siento, (tristeza, dolor...mil cosas). Ya no está relacionado con nada en concreto, es emoción pura y dura que sale a la superficie a través de un sonido vibrante y muchas lágrimas.
No es un momento especialmente agradable, pero si profundamente liberador.
Y luego te sientes bien, te sientes liviana y ágil. Al despertar pienso en mi tío con una sonrisa que sale sola.
Después, pienso también en el miedo que provoca a tantas personas contactar con sus emociones. Es entendible. Ser consciente de esto ya es un paso. Uno puede abrirse o cerrar más sus puertas.
Y así, cada uno decidirá la manera de involucrarse en aspectos más profundos de su ser para poder avanzar, o por el contrario, seguir tapando o anestesiando todas las señales que su cuerpo le envía.
Al fin y al cabo, el mundo acaba siendo un reflejo de lo que llevamos por dentro.
Al fin y al cabo, el mundo acaba siendo un reflejo de lo que llevamos por dentro.
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